miércoles, 10 de julio de 2013

Juan José Hernández Arregui





Sobre la ausencia de filósofos en América Latina, y la abundancia de intelligentzia*.

 La ausencia de una filosofía americana es explicable. La filosofía es el más elaborado producto histórico del espíritu, pues otea y abarca con su mirada generalizador el pasado y el presente de un pueblo que ha alcanzado conciencia nacional de sí frente al mundo. Aún los pensadores más cosmopolitas, un Kant, por ejemplo, anticipan la grandeza nacional de Alemania que ha de adquirir postulación teutona y europea, en Hegel o  Fichte, en Nietzche o en Marx. América hispánica no ha dado filósofos, pues durante el siglo XIX las capas pensantes deambulan paralelas con las políticas antinacionales de las oligarquías. En este légamo no podían germinar pensadores, sino, cuando más, prosperar inteligencias eclécticas convidadas de piedra de la  fantasmagoría cultural de las clases superiores.

 Estos precursores de un pensamiento hispanoamericano son larvas fecundas que despuntan a la vida filosófica diferenciada de Europa. Al repatriar filosofías que han crecido en otros suelos, el país colonizado las rebaja al pensamiento de la clase dominante que exige formas extranjeras de vida y la negación cultural del país. Esta clase no necesita filósofos que miren el porvenir, sino profesores del pensamiento para atrás.

 No son filósofos, sino copistas diligentes, almas muertas del pensamiento muerto de una clase gobernante contrapuesta a la liberación nacional. Divulgadores, en fin, de la filosofía, amonedados a la Universidad de la oligarquía liberal a la que sirven con su mediocridad enfática, no pueden pensar como argentinos, pues su dependencia intelectual es parte de la dependencia del país mismo. Agentes intelectuales de las oligarquías, afamados en las letras de molde, panegiristas del pasado histórico de los vencedores, honrados por la clase terrateniente en tanto guardianes de la superioridad europea, al final del paseo se los arrumba en sillones académicos. Hablan de la libertad del espíritu y no son libres. Ni en cátedra. Esta es la causa principal de la falta de filósofos y explica la naturaleza de sus escritos tanto como el tipo de libertad que defienden: “Gris sobre gris, he aquí el color único, el color autorizado por la libertad. La menor gota de rocío en la que se refleja el sol, cintila en un inagotable juego de colores, pero el sol del espíritu, cualquiera que sea el número de individuos y la naturaleza de los objetos en que se quiebren, no podrá ser más que un solo color: el color oficial. (Marx)

 Los más aclimatados a la clase gobernante transaron por un cargo diplomático o pequeñas sinecuras burocráticas. Incorporar a los filósofos o escritores a la función pública remunerada y a los grandes diarios no sólo es el arte de amaestrarlos, sino de abolirlos.


*La intelligentsia o, en transliteración al español, inteliguentsia (del Latín intelligentia) es una clase social compuesta por personas involucradas en complejas actividades mentales y creativas orientadas al desarrollo y la diseminación de la cultura, incluyendo intelectuales y grupos sociales cercanos a ellos. El término ha sido tomado del ruso интеллигенция (transliterado como intelliguéntsiya), o bien del polaco. Los dos, a su vez, derivaron de la palabra francesa intelligence. Al comienzo, el término se aplicó en el contexto de Polonia, Rusia y más tarde, la Unión Soviética, y tuvo un significado más estrecho basado en la autodefinición de una cierta categoría de intelectuales.

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