viernes, 16 de marzo de 2012

América Criolla: No queremos aquí leones calvos, sino la bestia soberbia que los quechuas llamaron puma.

  
No fue Sarmiento y no lo es todavía, uno de los venerados próceres de América Latina (sobre todo por la oligarquía argentina) aclamado hasta en la Cuba de Fidel Castro? ¿Pero no es Sarmiento el más indudable degollador de gauchos, y propagandista literario del degüello? ¿No han circulado, acaso, en América Latina sus cartas al general Mitre, otro semidios del Parnaso oligárquico, en las que le aconseja que “no ahorre sangre de gauchos que es lo único que tienen de humanos”?

 A su favor es preciso reconocer que fundó la Sociedad Protectora de Animales, entidad que aun subsiste, pues el célebre educador era más compasivo con los perros que con los gauchos. Numerosos “marxistas” de nuestro tiempo rinden culto a Sarmiento, a Mitre y a otros Santos Padres de la historia que se cree. Escojo al azar algunas perlas; pero toda la historia de America Latina ha corrido por las manos de monederos falsos.

 En definitiva, ¿Acaso el carácter semicolonial de la América Latina disgregada y perdida de su conciencia nacional no se prueba en no pocas de sus Universidades? Muchas han sido sensibles como la cera para grabar en ellas la tipología de las preferencias u ocurrencias europeas o norteamericanas, académicas o iconoclastas, en materia sociológica, económica y política. Aunque esta influencia deformante se expresara en el pasado desde una óptica de respetabilidad conservadora y luego asumió la atrevida mascara de un “izquierdismo abstracto”, en sustancia no ha variado el espíritu cortesano, ya que los grandes temas de la Nación inconclusa permanecen intocados para ellos.

 Esa conciencia esencial entre unos y otros, radica en ignorar que solo se devela el enigma histórico de América Latina con la formula de su unidad nacional.
Resulta irrelevante que unos se consagren a plantear el “desarrollo” de cada una de las repúblicas latinoamericanas mediante auxilios del capital extranjero; o mediante el crecimiento independiente del capitalismo nacional; o a través de la revolución socialista, si cada uno de los arbitristas rehúsa considerar a América Latina como el espacio político de una Nación no constituida.

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